El día que perdí el bus de vuelta a Santiago-obligada a caminar toda la noche por Valparaíso-de subida a la casa de Simón-un músico amigo de Andrés, encontramos una plaza. Dijo Simón que aparecían perros, unos quince y daban vueltas por el lugar y que sería imposible cruzarla.Cuando ya estábamos allí los perros habían desaparecido. Cruzamos entonces la plaza mientras Andrés corría como niño en ella y yo le decía a Simón que había estado en una tan igual hace dos años, quizás menos, en Barcelona y me acordé de esa ciudad. Y me acordé que la recordaba siempre de noche y me acordé que en una pared del barrio gótico habían gatos pintados y que se había convertido en mi esquina.
Llegamos a la casa de Simón y miientras subíamos las escaleras ví, que tenía puesto sobre los peldaños muchas figuras de gatos, de todos los tamaños, formas y colores.Y pensé que solo me acordaba de esos gatos y de esa plaza, aunque han pasado muchos gatos más y muchas plazas más en mi vida. Fue tal vez, porque los recuerdos siempre están encadenados. Pasamos el resto de esa noche hablando de París. Simón recordó un burdel de putas que visitó a los 12 años. Yo recordé que busqué una calle, varias en París. Subimos después al techo de su casa. Vimos desde las alturas. Creo que pensé de nuevo en gatos o en el vértigo o quizás en qué. No sé como nos bajamos de ahí, o como el techo nos resistió pero unos minutos después me veo tomando té y prohibiéndole al andrés café. Creo que en un tocadiscos de los años 50 escuchamos a Mingus y recordamos que nos había dejado el bus. Yo pensé en un vuelo que perdí de Madrid a Santiago. Un vuelo desde dónde preguntó Simón. Simón también perdió ese vuelo. Veo a mi amigo Andrés a mi lado, al inicio de esa noche hablando por un teléfono público, me veo a mí al lado de él hablando por el otro. Veo como bajamos de la casa de Simón al rodoviario, el mercado abriéndose y nosotros pasados a sueño.
Llegamos a la casa de Simón y miientras subíamos las escaleras ví, que tenía puesto sobre los peldaños muchas figuras de gatos, de todos los tamaños, formas y colores.Y pensé que solo me acordaba de esos gatos y de esa plaza, aunque han pasado muchos gatos más y muchas plazas más en mi vida. Fue tal vez, porque los recuerdos siempre están encadenados. Pasamos el resto de esa noche hablando de París. Simón recordó un burdel de putas que visitó a los 12 años. Yo recordé que busqué una calle, varias en París. Subimos después al techo de su casa. Vimos desde las alturas. Creo que pensé de nuevo en gatos o en el vértigo o quizás en qué. No sé como nos bajamos de ahí, o como el techo nos resistió pero unos minutos después me veo tomando té y prohibiéndole al andrés café. Creo que en un tocadiscos de los años 50 escuchamos a Mingus y recordamos que nos había dejado el bus. Yo pensé en un vuelo que perdí de Madrid a Santiago. Un vuelo desde dónde preguntó Simón. Simón también perdió ese vuelo. Veo a mi amigo Andrés a mi lado, al inicio de esa noche hablando por un teléfono público, me veo a mí al lado de él hablando por el otro. Veo como bajamos de la casa de Simón al rodoviario, el mercado abriéndose y nosotros pasados a sueño.
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