viernes, 8 de agosto de 2008

Peter Handke, el recurso más a mano que tenías para citar apareció hoy metido en uno de mis cuadernos manchados con arena y un poco de agua de mar. Me acuerdo que lo rescaté de tus manos, porque querías tirarlo o enterrarlo o algo así. Para que no escribas más, dijiste, y seas felíz. Pero yo en un arranque de furia lo agarré de tus manos riendo. Lo hice para que no te alejaras de mí, pero de verdad estaba furiosa. No todo tiene tanto humor te dije después y tú algo por el estilo, algo como, deberías leer a Handke, a tí que te gustan los trapecios.

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